Resulta
sumamente complejo para mí hablar de algo sin la emoción de sentirme ahí, sin
enamorarme, guiñar un ojo y pajarear. Resulta sumamente complejo hablar de un
tema que te llama, te mueve y te jala fingiendo una respetuosa distancia, pero
lo intentaré y quizá lo logre(Sí. Un párrafo innecesario… soy mujer de
preámbulos).
Me gustan las historias
de nuestro país, las historias de vidas, de los objetos, de las ideas, de las
pasiones. En días electorales se llega a un mitin y es posible, sin demasiado
esfuerzo, hacer que una desconocida te cuente su vida sin inhibiciones. Así me
enteré que Gaudiano ganaría sin que las boletas pisaran aún territorio tabasqueño.
Me enteré también de cierta intromisión de un gobierno vecino, de la
compra-venta de votos, de representantes de casillas cuya participación estaba condicionada
por “un buen billete”.
Por las noticias
me enteré también de un asesinato. En el trabajo un amigo me comentó que había
ido a votar sorteando cual escalador una enorme montaña de arena que un volteo
dejó a la entrada de la casilla, así, por mero descuido, un olvido quizá, no se
sabe, hay gente muy distraída: Estas distracciones se reprodujeron en todo el
municipio capital(les recuerdo que estoy haciendo un ejercicio de distancia y
desapego). Alguien más me dijo que había pasado horas guareciéndose porque no
se podía entrar o salir de la casilla, de hacerlo se era candidato (interesante
alusión) a recibir una pedrada.
Las elecciones
en nuestro país han sido, históricamente, escenario de violencia. Si hablamos
del México Post-revolucionario, pisamos el camino endeble de la democracia
caudillista que se construyó con los engranajes de la “Máquina de los
Silencios”, como se le llamó también al gobierno de los 71 años. Es decir, no
hay novedad en la turbulencia, lo lúgubre ya era y posiblemente siempre ha
sido. La célebre democracia de innumerables adeptos ha sido apocada frente a
otros gigantes antiquísimos que se encuentran (nos guste o no) arraigados no
sólo a la clase política, están en la cotidianidad ciudadana, en nosotros
mismos. Y no sólo eso, las políticas económicas internacionales obligan a
nuestros países a pretender el crecimiento bajo sus esquemas, en sus escalas y
con sus categorías, aunque a todas luces las realidades no correspondan, y la
falta correspondencia suele ser, en parte, consecuencia de turbias acciones
escondidas de interesas globales.
Nuestro país
vive una de las etapas más violentas, posiblemente el inicio se dio con la
“Guerra contra el narcotráfico” que significó un desplazamiento importante de
las fuerzas armadas para intentar contener el avance de los cárteles. La
situación ha afectado todos los espacios. La violencia se ha recrudecido en las
elecciones que como señalé, eran de por sí violentas. Desarrollo estos
argumentos a propósito de la ratificación del triunfo de Gerardo Gaudiano como
presidente municipal de Centro, la noticia fue dada a conocer hace sólo unos
días por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y echó
abajo la resolución del Tribunal Electoral de Tabasco de anular la elección.
Desde mi esfera limitada de conocimientos legales, me ha parecido una decisión
acertada, coincido con el hecho contundente de los 12 mil 282 votos de
diferencia.
Lo que preocupa
es que nadie haya puntualizado en la violencia. Es evidente la omisión o
ausencia de un órgano institucionalizado que regule y de seguimiento a toda
aquella situación que implique un acto de violencia electoral. Los volteos y
las pedradas son un acto tremendamente retrógrada. Un dato de archivo cercano
es de septiembre de 1847, y se encuentra en uno mis libros favoritos de
historia sobre una de tantas invasiones a nuestro país,* el mexicano de aquel
tiempo, sin armas ni forma de defenderse lo hizo a pedradas. La omisión es
grave porque deviene invariablemente en escenarios de mayor gravedad, la
omisión no sólo de un órgano público, también la de los ciudadanos, porque
eventualmente jugamos el juego de agresor-agredido según sea la situación. En
estas circunstancias y con la cantidad de información existente, es posible
crear los escenarios probables de las próximas elecciones con miras a la
prevención de la violencia y a la protección de los ciudadanos. Indudablemente se
cuenta con gente altamente capacitada para hacerlo. Piénsese que los escenarios
probables evitan las decisiones azarosas. A mí también me gusta improvisar,
hacer sin la menor idea de lo que vendrá, pero hacerlo cada tres años es
compromiso, es agenda, es lo esperado.
31 de
octubre de 2015
*El libro es de
Luis Fernando Granados, se titula Sueñan las piedras: alzamiento ocurrido en la
ciudad de México, 14, 15 y 16 de septiembre de 1847.
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