domingo, 1 de noviembre de 2015

De escenarios probables y violencia





Resulta sumamente complejo para mí hablar de algo sin la emoción de sentirme ahí, sin enamorarme, guiñar un ojo y pajarear. Resulta sumamente complejo hablar de un tema que te llama, te mueve y te jala fingiendo una respetuosa distancia, pero lo intentaré y quizá lo logre(Sí. Un párrafo innecesario… soy mujer de preámbulos).

Me gustan las historias de nuestro país, las historias de vidas, de los objetos, de las ideas, de las pasiones. En días electorales se llega a un mitin y es posible, sin demasiado esfuerzo, hacer que una desconocida te cuente su vida sin inhibiciones. Así me enteré que Gaudiano ganaría sin que las boletas pisaran aún territorio tabasqueño. Me enteré también de cierta intromisión de un gobierno vecino, de la compra-venta de votos, de representantes de casillas cuya participación estaba condicionada por “un buen billete”.

Por las noticias me enteré también de un asesinato. En el trabajo un amigo me comentó que había ido a votar sorteando cual escalador una enorme montaña de arena que un volteo dejó a la entrada de la casilla, así, por mero descuido, un olvido quizá, no se sabe, hay gente muy distraída: Estas distracciones se reprodujeron en todo el municipio capital(les recuerdo que estoy haciendo un ejercicio de distancia y desapego). Alguien más me dijo que había pasado horas guareciéndose porque no se podía entrar o salir de la casilla, de hacerlo se era candidato (interesante alusión) a recibir una pedrada.

Las elecciones en nuestro país han sido, históricamente, escenario de violencia. Si hablamos del México Post-revolucionario, pisamos el camino endeble de la democracia caudillista que se construyó con los engranajes de la “Máquina de los Silencios”, como se le llamó también al gobierno de los 71 años. Es decir, no hay novedad en la turbulencia, lo lúgubre ya era y posiblemente siempre ha sido. La célebre democracia de innumerables adeptos ha sido apocada frente a otros gigantes antiquísimos que se encuentran (nos guste o no) arraigados no sólo a la clase política, están en la cotidianidad ciudadana, en nosotros mismos. Y no sólo eso, las políticas económicas internacionales obligan a nuestros países a pretender el crecimiento bajo sus esquemas, en sus escalas y con sus categorías, aunque a todas luces las realidades no correspondan, y la falta correspondencia suele ser, en parte, consecuencia de turbias acciones escondidas de interesas globales.

Nuestro país vive una de las etapas más violentas, posiblemente el inicio se dio con la “Guerra contra el narcotráfico” que significó un desplazamiento importante de las fuerzas armadas para intentar contener el avance de los cárteles. La situación ha afectado todos los espacios. La violencia se ha recrudecido en las elecciones que como señalé, eran de por sí violentas. Desarrollo estos argumentos a propósito de la ratificación del triunfo de Gerardo Gaudiano como presidente municipal de Centro, la noticia fue dada a conocer hace sólo unos días por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y echó abajo la resolución del Tribunal Electoral de Tabasco de anular la elección. Desde mi esfera limitada de conocimientos legales, me ha parecido una decisión acertada, coincido con el hecho contundente de los 12 mil 282 votos de diferencia.

Lo que preocupa es que nadie haya puntualizado en la violencia. Es evidente la omisión o ausencia de un órgano institucionalizado que regule y de seguimiento a toda aquella situación que implique un acto de violencia electoral. Los volteos y las pedradas son un acto tremendamente retrógrada. Un dato de archivo cercano es de septiembre de 1847, y se encuentra en uno mis libros favoritos de historia sobre una de tantas invasiones a nuestro país,* el mexicano de aquel tiempo, sin armas ni forma de defenderse lo hizo a pedradas. La omisión es grave porque deviene invariablemente en escenarios de mayor gravedad, la omisión no sólo de un órgano público, también la de los ciudadanos, porque eventualmente jugamos el juego de agresor-agredido según sea la situación. En estas circunstancias y con la cantidad de información existente, es posible crear los escenarios probables de las próximas elecciones con miras a la prevención de la violencia y a la protección de los ciudadanos. Indudablemente se cuenta con gente altamente capacitada para hacerlo. Piénsese que los escenarios probables evitan las decisiones azarosas. A mí también me gusta improvisar, hacer sin la menor idea de lo que vendrá, pero hacerlo cada tres años es compromiso, es agenda, es lo esperado.



31 de octubre de 2015


*El libro es de Luis Fernando Granados, se titula Sueñan las piedras: alzamiento ocurrido en la ciudad de México, 14, 15 y 16 de septiembre de 1847.

jueves, 1 de octubre de 2015

1968, 1971: Un peregrinar



Cuando escuchaba el abrir de la puerta Rosario corría con una sonrisa momentánea, perdida en el universo de las emociones que regresan confusas cuando se pierde al ser amado ¿Qué pasará con la felicidad absoluta, la felicidad que te lleva a las lágrimas? ¿se habrá marchado con el hijo ausente? Rosario luchó como otras madres que buscaron incansablemente a sus hijos, hijas, esposos que jamás aparecieron, no se sabe si como en Argentina los cuerpos fueron arrojados al mar, si fueron incinerados o enterrados, o si están vivos aún, si presas del asco y la podredumbre causadas por la tortura y el abuso enloquecieron y son indigentes. Quizá estén en algún lugar de asistencia en calidad de desconocidos. En nuestro tercer mundo el universo de posibilidades es infinito.

La primera vez que escuché sobre la Matanza de Estudiantes del 2 de octubre de 1968, estaba en la escuela primaria. El libro de texto de historia relataba brevemente lo acontecido, no se sabía en realidad causas ni consecuencias, no se hablaba sobre el número de muertos o desaparecidos. No recuerdo haberme preguntado nada porque nada sabía, eran los años 80 y las noticias nos llegaban con Abraham Zabludovsky, parecía ser un mejor país porque los infortunios permanecían en la penumbra de la invisibilidad.

Después, la matanza se hizo discurso en la izquierda, se hizo bandera en los jóvenes y sus protestas, se hizo grito rebelde y motivo de fiesta, se hizo excusa para no ir a clase, para cerrar universidades e improvisar días de asueto. No me parece aventurado decir que para algunos, la matanza estudiantil es un viejo pergamino, gastado por el manoseo triste, porque pocos, muy pocos se han atrevido al acercamiento comprometido. He de confesar, que del Jueves de Corpus me enteré hasta la edad adulta, fue allí donde desapareció Jesús Piedra Ibarra, que según la descripción de Poniatowska en su texto Los desaparecidos, era un joven que “…como todos los muchachos de su edad tenía inquietudes sociales, quería saber qué diablos hace uno sobre esta tierra, para qué serviría algún día, cuál era su identidad cultural, cuál su país, y esto mismo lo hacía valioso. No se conformaba como tantos con ser sólo lo que los demás veían o lo que él veía de sí mismo en el espejo…”

          Rosario Piedra Ibarra hoy tiene más de ochenta años y jamás (palabra terrible por inconmensurable e irreversible) volvió a ver a su hijo. Ni ella, ni otras tantas mujeres a las que un miércoles 2 de octubre de 1968, o un jueves 10 de junio de 1971, les robaron para siempre un pedazo del corazón que seguirán buscando hasta el último día en cada rostro desconocido, en cada silueta apenas delineada. Porque ni la Noche deTlatelolco, ni el Jueves de Corpus Christi concluyeron con la represión y el asesinato, no son historias que hayan finalizado aún, continúan vivos mujeres y hombres que buscan un pedazo arrebatado de sí mismos; continuamos nosotros los de ese día y los de ahora que albergamos el hastío en aumento por la injusticia y la desgracia. Aunque muchos estimen la idea de la historia triste que sirve de recurso para avivar pasiones, Tlatelolco es algo más, es una historia inacabada que como un fantasma vive un peregrinar tristísimo y constante.

5 de octubre, 2012